miércoles, 15 de junio de 2011

Temor de no necesitarte

Te tengo ajena, te poseo lejana, hosca sombra que resbala mis ganas mientras te difuminas en el abanico de los días… y las noches no iluminan la senda abandonada.

Estás cabe mí; y no. Las luces siguen abrillantando las apócrifas gemas del porvenir fatuo. En mi callejón no hay resplandores en combustión; soy el que soy, lo que soy, soy yo, desnudo y verdadero, maravilloso o patético, tú decide qué cara del álbum se fijará en tu memoria.

Nos alejamos destilándonos poco a poco, como no queriendo, y aun, la duda velada vive bajo el sofá, bajo la cama. No sólo no sabemos el destino; ignoramos cuál deseamos, qué camino de huellas recorridas nos guiará al final, a algún final.

Imágenes imantadas de años hace, de coros femeninos que flagelan el alma en la mañana por el dulce canto del despertar; de acordarnos abrazados y perezosos, de no hablar, de simular que el haz no tiene máculas; ahí se asoman: da miedo verlas ¿no es así? Nos manejamos por el temor de no precisarnos.

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